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viernes, 29 de enero de 2010

Divorcio judio

Jacobo llama desde Tel Aviv a su hijo Samuel que emigró a Nueva York y le dice: - Lamento arruinarte el día hijo, pero tengo que informarte que tu madre y yo nos estamos divorciando, CINCUENTA años de sufrimiento es suficiente. - Papi, ¿de qué estás hablando? ¡Y justo antes de las fiestas DE BODAS DE ORO! -grita el hijo. - No podemos soportar seguir viéndonos, le contesta el padre. Estamos hartos el uno del otro, y estoy cansado del tema, así que es mejor que tú llames a tu hermana Anna en Chicago y a tu hermano David en Bruselas para contarles. Y corta el teléfono. Desesperado, Samuel llama primero a su hermana quien explota en el teléfono: - ¿CÓMO? ¿Cómo que se están divorciando? Se han vuelto locos esos viejos tontos. ¡Yo me voy a hacer cargo del asunto! Inmediatamente la hija llama a David a Bruselas y le explica la situación, luego al padre y le dice: - Ustedes NO se divorcian! NO WAY, ¿me entendiste? NO hagan nada hasta que yo llegue. Ahora mismo acabo de llamar a mis hermanos y vamos los tres con ustedes. Hasta entonces no hagan nada!!! ¿ESCUCHASTE BIEN? El padre deja el teléfono, mira a su esposa y le dice: - Muy bien Rebeca, todo salió perfecto... Los tres vienen para las fiestas DE BODAS DE ORO y se pagan ellos mismos los pasajes.

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